Prohibido mirar el reloj - (Nuestra misión en la vida)
En lo que iba de jornada, el día no le había hecho mucha justicia a Matilda. Primero, con los casos que tenía que llevar adelante, que iban a ser difíciles de solventar, más que nada por el carácter de algunas de las personas con las que tenía que tratar. Segundo, lo del desastre de las cortinas y, para terminar, la tardanza de la pizza.
Esperaba escuchar algún canto del cielo que le hiciera olvidar un poco todas las cosas negativas que se le habían presentado. Así que para esa tarde tendría que pensarse algo nuevo que la hiciera salir de casa y desahogarse.
Después de comer, se le ocurrió la idea de ir a visitar a Humberto Acevedo, que había estado hospitalizado por una operación de vesícula, pero que ya se encontraba en casa. Humberto era un hombre de altura, dedicando toda su vida a su fábrica de exquisitos dulces, con mucho éxito, además.
- Doña Matilda, ¡qué sorpresa verla por aquí! -dijo don Humberto-.
- Ah...,mayor sorpresa es la mía, verle tan repuesto y tan bien. ¿Cómo fue la operación?
- Fue cirugía laparoscópica, con lo que no ha sido muy dolorosa, aunque tengo un poco de inflamación, pero eso es normal.
- Tendrás que llevar algún tipo de dieta.
- No tengo que llevar una dieta especial. Solo comer sano. Tengo ya ganas de volver al trabajo.
- Eso, que seguro que tienen que estar echando de menos al capitán de la empresa. ¿Cuándo crees que te reincorporarás?
- Con esta clase de operaciones, en diez días ya estoy recuperado y puedo hacer una vida normal. Mientras tanto he designado a uno de mis hijos para llevar el control de la empresa.
Teresa Ribello
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