Carlos tenía que recordar a doña Marta Gutiérrez que viniese a consulta para darle unas
explicaciones sobre el orden en que debía proceder con el
tratamiento que le había prescrito, debido a su gingivitis. "En
cuanto llegue, la llamo", pensó Carlos.
La clínica de Carlos lleva abierta cuatro años. El comienzo no fue muy fácil que digamos,
como ocurre en casi todo, pero poco a poco ha ido ganando fieles clientes, gracias no solo
a su profesionalidad y de todo su equipo, sino también a la habilidad para con todo. Por
eso, en un corto periodo de tiempo, no tardó en tener éxito.
- Siéntese cómoda -dijo el doctor-.
- Gracias. ¿Va a empezar ya, doctor Carlos?
- Tutéeme, si quiere, Marta, que ya hay confianza.
- Sí, pero es que me gusta tratar con respeto a las personas, aunque ya las conozca -dijo la
señora Gutiérrez-.
- Eso pasa al principio, luego ya hay que soltarse un poco. Es mejor hablar con confianza.
La señora Gutiérrez se sacudió la gran melena de pelo que portaba, siempre suelta por
encima de los hombros, mientras se cubría el cuello con un florido pañuelo color azul pastel
y después se sentó.
Teresa Ribello
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