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domingo, 21 de mayo de 2023

Desapacible día

 

Se respiraba paz en aquella casa, aunque no faltasen los problemas. La chica que prestaba 

servicios domésticos tres veces por semana ya se había marchado. Había tendido toda la 

ropa, fregado la cocina y hasta le había quitado el polvo al vidrio que había en el testero 

de la cocina, junto a la alacena.


Cristóbal había iba a la capital a comprar algunas cosas para reponer el negocio y eligió 

esa mañana para poder hacerlo, así que cogió su pequeña furgoneta color marrón 

aparcada en la acera de enfrente.



Al principio se resistió antes de salir, pues llovía intensamente. 

La plaza estaba totalmente encharcada y se hacía difícil cruzar 

la calle sin empaparse.


María estaba junto a la mesa del patio haciendo una de sus

aficiones favoritas. Tenía en sus manos un bastidor que portaba un bonito bordado de 

naturaleza silvestre.


- ¿Así vas a salir, con la que está cayendo? -dijo María-.

- ¿Qué le vamos a hacer? Me quedaría aquí contigo, pero hay que seguir trabajando. Ya 

solo quedan tres meses para la jubilación... -dijo Cristóbal-.

- Trae algo de carne para la cámara congeladora -dijo María-. Y ten cuidado.

                                                                    

                                                                              Teresa Ribello


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