- Hola, ¿cómo estás, Ana? Hacía tiempo que no te veía -dijo Eva-.
- Sí, ¿cómo te va todo? -dijo Ana-.
- Bueno, no va muy mal del todo. Estoy trabajando en un buen sitio, lo que pasa que últimamente estoy teniendo algo de ansiedad. El otro día tuve un brote bastante fuerte -dijo Eva-.
- ¿Tenes mucha presión?
- Sí, y es insoportable. Pero son rachas. Dentro de unos días espero que se pase todo.
- Eso es normal, pasa en todos los trabajos. Si no fuera porque nos gusta hacer nuestra labor... -dijo Ana-.
- En julio se acaba el contrato y no sé si continuaré en el mismo sitio o en otro.
- ¿Tú, qué prefieres? -dijo Ana-.
- A veces, me gustaría que me enviasen a otro sitio diferente, entre otras cosas, por si me encuentro con un jefe distinto, que no esté tan alejado de la actividad que realizamos y que sea una persona más amable y cordial con sus subordinados -dijo Eva-.
- Me vas a permitir que te diga que, posiblemente, esa misma contrariedad te la puedes encontrar en cualquier sitio al que vayas -dijo Ana-. Tengo que reconocer que esto que me estás contando no pasa en mi empresa, pero pasan otras cosas...Y lo de la ansiedad, también es normal que ocurra. Compénsalo con otras actividades relajantes, por la tarde...
- ¿Te apetece comer algo? -preguntó Eva-.
- Bien. En aquel restaurante ponen una comida deliciosa -dijo Ana-.
Teresa Ribello.
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