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domingo, 15 de octubre de 2023

Siempre hay una primera vez

 Llevaba unos documentos en la mano. No era ni muy alto ni muy bajo. Tenía la característica peculiar de que que tenía un ojo verde y otro azul. Durante el periodo de tiempo que estuvo en la oficina fue muy cordial con todos nosotros. Había venido a prestar sus servicios en la oficina del señor Brown, de la puerta cinco.


- Buenos días, señor Brown. Me llamo John Dewit y he venido a cubrir el puesto vacante de traductor, que he visto anunciado en la prensa -dijo el señor Dewit, quitándose la bufanda-.

- Hola, señor Dewit. Me alegra conocerle. Ya sabe lo difícil que está el mercado laboral actualmente. No hace falta que se lo recuerde.

-Sí. No hay muchas alternativas. Mucho menos en esta profesión. Lo sé de buena tinta -dijo el señor Dewit-.

- Y menos aún en esta ciudad, que, aunque sea grande, la crisis económica ha sacudido bastante fuerte -dijo el señor Brown-.

- Entre todos tenemos que ayudar a levantar este país, como se pueda.

- ¿Cuál fue su anterior trabajo, señor Dewit?

- He trabajado como transportista durante cinco años en una empresa cárnica -dijo el señor Dewit-. Es la primera vez que trabajaría como traductor. Es mi primera oportunidad.

- Bien. Siempre hay una primera vez...

                                                             

                                                                      Teresa Ribello.


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