Las habitaciones estaban totalmente revueltas. Las mesas y las sillas desmontadas, con las piezas esparcidas por el suelo. Los colchones quitados de las camas, los cojines fuera de los sofás. La casa desarbolada. No estaban las joyas, ni el dinero que Pedro había guardado en una cartera, dentro de la chaqueta.
No era una zona en que hubiera robos muy habitualmente. Era una oleada reciente, sobre todo en la parte oriental de la ciudad. Se respiraba un ambiente de inseguridad total. Lo más bonito es que habían cometido el delito mientras la policía estaba haciendo un control por la ciudad. Eso sí que es inaudito. Tampoco es muy creíble que el robo se produjera sobre las seis de la tarde y que nadie se percatara de nada. Lo que sí es más posible es que el delito fuese hecho en un bajo, como realmente fue.
Ahora, después de lo ocurrido es cuando las fuerzas de seguridad se han incrementado visiblemente. A buenas horas...
Teresa Ribello.
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