Nada tenía sentido en lo que contestaba. La conversación parecía ir a ningún sitio.
- La cuestión es que no tengo adonde ir. Estoy solo -dijo Frankie-.
- ¿Es usted de aquí? -dijo el policía-.
- No. Bueno, nací aquí pero he estado viviendo la mayor parte de mi vida en Canadá.
- Y ¿por qué se vino de nuevo a este país? -preguntó el policía-.
- Quería conocer mis raíces, la familia que dejé aquí. Además, tengo compromisos de amistades que he hecho por internet. Pero ahora me doy cuenta que he cometido un gran error con venir -dijo Frankie-.
- Pues sí.
- Ignoraba que mi conducta se encontrara prohibida por la ley. Lo siento -dijo Frankie-.
- Va a tener suerte, pues en estos casos, la jurisprudencia no los incluye como delitos.
- Gracias, señor. De aquí en adelante estaré más atento a las normativas en este país. Tendré que leer mucho más a partir de ahora. Iré a casa de mi tío Paul mucho más tranquilo -dijo Frankie -.
Teresa Ribello.
***********
Cuando llegó a la Batería encontró a su conocido. Se comió todo lo que Pip le llevó. Se lo comió todo de una vez.
Pip se fue marchando silenciosamente y dejó al hombre intentando romper el hierro de su pierna.
Teresa Ribello.
Grandes Esperanzas, Charles Dickens.
No hay comentarios:
Publicar un comentario