El representante de piezas de jamón entró en la tienda con todos los instrumentos necesarios para hacer demostración de cómo había que cortar los jamones.
Había personas dispuestas y entusiasmadas para estudiar la lección y hincar el diente si fuese necesario, cuando llegase el momento.
La tienda enseguida se llenó de mujeres, hombres y niños.
No solo se hacía dicha demostración con el objeto de vender jamones en la propia tienda, sino también para prestar servicio como cortador de jamón profesional para bodas y eventos. Era maestro jamonero. Era asombroso ver de qué manera tan correcta cortaba el jamón aprovechando todas sus partes y todo su sabor.
En menos de una hora, el maestro terminó de cortar toda la pieza y hubo para todo el que por allí se acercó.
- Me gusta su sabor; no está demasiado salado.
Teresa Ribello.
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Pip había terminado de llenar la botella de aguardiente con la jarra llena de alquitrán.
El tío Pumblechook no quiso oír la palabra "alquitrán" y quiso olvidar lo sucedido, pidiendo agua caliente y ginebra, y así hacer desaparecer ese sabor tan horrible.
La hermana de Pip quiso que los comensales probaran el pastel de cerdo, regalo del señor Pumblechook.
Pip estuvo a punto de gritar en la mesa, a punto de que le oyeran todos los congregados. El caso es que Pip no estaba dispuesto a soportar aquella situación, así que echó a correr. Pero no pudo salir por la puerta porque topó enseguida con un grupo de soldados con unas esposas.
Teresa Ribello.
GG.EE., Charles Dickens.
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