El día que correspondía, Pip volvió a la casa de la señorita Havisham. Llegó a una tétrica habitación, en la planta baja. Estella le dijo a Pip que se quedara allí hasta que le llamasen. Todos los que estaban allí no paraban de mirarle. Había tres mujeres y un hombre y me dio la impresión de que eran un poco farsantes. Decían: "¡Pobrecillo!".
Después le condujeron hasta la habitación de la señorita Havisham. Le preguntó si quería jugar, a lo que Pip contestó que no, no de muy buena gana. Entonces, la señorita Havisham le preguntó si quería trabajar. Esta vez le contestó con mejor ánimo. Ella le dijo que se fuera a la habitación de al lado y que esperara a que ella fuese.
Luego se dio cuenta que el trabajo que tenía que realizar era pasear a la señorita Havisham por la estancia, todo el tiempo, así que se apoyó en su hombro y empezaron a andar.
Estella apareció en compañía de las tres mujeres y el hombre, y Pip quedó avergonzado.
Teresa Ribello
GG.EE., Charles Dickens
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